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La pequeñez del Presidente

por Rubén Aguilar

Por Rubén Aguilar Valenzuela

La grandeza de las personas se mide por su apertura y generosidad y la pequeñez por la cerrazón, el odio y la venganza. En estos primeros cuatro años de gobierno el presidente López Obrador se ha visto pequeño, muy pequeño.

En las comparecencias mañaneras destila el rencor, el odio y la venganza que lo invaden. Su discurso matutino, que es la guía de su gobierno, lo dedica a la prédica de estos antivalores que guían su accionar.

Los estadistas, los grandes gobernantes, promueven la unidad de las sociedades que les ha tocado gobernar.

Los gobernantes pequeños, muy pequeños, promueven la polarización. Dividen a la sociedad que gobiernan.

Los estadistas, los grandes gobernantes, desde el presente de todos los días ven al futuro, que es lo que guía sus decisiones. Siempre miran hacia adelante.

Los gobernantes pequeños, muy pequeños, ven siempre al pasado. Promueve la regresión. Miran hacia atrás. Son no solo conservadores sino reaccionarios.

Los estadistas, los grandes políticos, fortalecen las instituciones democráticas, el Estado de derecho y la vigencia plena de la Constitución.

Los gobernantes pequeños, muy pequeños, debilitan las instituciones democráticas, violentan el Estado de derecho y violan sistemática la Constitución.

Los estadistas, los grandes gobernantes, promueven políticas públicas institucionales, que continúan lo que se ha hecho bien y corrigen lo que es necesario.

Los gobernantes pequeños, muy pequeños, promueven proyectos personales, la mayor de las veces intrascendentes, que pronto quedan en el olvido.

Los estadistas, los grandes gobernantes, impulsan las políticas sociales institucionales, que promueven el desarrollo de las personas.

Los políticos pequeños, muy pequeños, impulsan políticas sociales centradas en su persona, que pretenden la cooptación de los beneficiarios. El interés es solo político.

Los estadistas, los grandes gobernantes, por su accionar, pasan a la historia y son recordados. Permanecen en la memoria.

Los políticos pequeños, muy pequeños, también pasan a la historia como destructores de su país. Así serán siempre recordados.

En estos cuatro años, el presidente López Obrador, día a día, a hecho patente su pequeñez. Ha hecho todo, para que la historia lo recuerde como a un gobernante pequeño, muy pequeño.

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