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Ni yendo a bailar a Chalma le atinan

por German Lohr Granich

La expresión popular y ancestral “Ni yendo a bailar a Chalma”, pueblo del Estado de México, tiene que ver entre otras cosas con milagros y peregrinaciones a ese emblemático lugar del país.

Su significado se relaciona sobre todo con situaciones imposibles o tareas difíciles de cumplir, así se haga una peregrinación al lugar. Todo esto viene a cuento por los pronósticos del PIB de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para 2023.

Se estima un crecimiento de 3% en los Criterios Generales de Política Económica presentados al H. Congreso de la Unión que ya andan en menos de acuerdo a las estimaciones recientes de organismos como el FMI que habla de 1.2% y el mismo Banco de México que estima entre 1.5 y 2%.

El punto es más menos que, en materia de pronósticos gubernamentales, hace más de tres lustros que no le atinan a este Melate que -como dice el director de El Economista- es harto difícil de pronosticar.

Entre los recientes eventos que impactan a la baja destacan de entrada el ajuste de nuestros vecinos del norte que bajan sus expectativas a la mitad rondando entre el 1 y 2% para el 2023, no descartando algunos periodos recesivos en el año.

¿Qué significa esto para nosotros? Buena pregunta, y de entrada se puede decir menos remesas y exportaciones mexicanas a nuestro mayor mercado en el exterior.

Mientras tanto los funcionarios de la 4T le están apostando al nearshoring dada la tensión de China y Estados Unidos que, ciertamente, atrae la relocalización de empresas en varios lugares del país, no en todos.

Los ganadores de la industria y la manufactura ya los conocemos, Tijuana, Ciudad Juárez, Monterrey, Saltillo, algunos del centro y bajío y párele de contar, bueno Durango y Sonora están en la pelea.

El gran dilema es si nos alcanza el Nearshoring para crecer al 3% y creo que no, aunque sigan llegando negocios este año y el que viene hay que arreglar nuestros cuellos de botella y no se diga el ambiente para la inversión, léase T-MEC.

Conviene revisar cómo andamos en abasto de agua, energía y seguridad en carreteras y puertos entre otros asuntos que arrastran la cobija dada la austeridad franciscana.

Definitivo necesitamos mejorar los años que le quedan a esta administración las condiciones tanto de inseguridad física como jurídica sin soslayar la incertidumbre que generan las controversias del T-MEC y sus posibles consecuencias.

Obviamente el abasto y precio de la energía debe ser propicia para la inversión que está buscando a nuestro país por lo mencionado líneas arriba.

Habrá que estar atentos al comportamiento de las variables macroeconómicas que integran estos frágiles y volátiles criterios generales sea la tasa de interés, inflación y tipo de cambio.

Además, hay que observar las remesas y nuestro consumo interno cuidando los ajustes salariales y buscando recuperar poder de compra con los futuros empleos e inversiones.

Ya veremos si estas expectativas se van cumpliendo conforme avance el año en el que se estima un precio de barril de petróleo de 68.7 dólares que ya Citibanamex lo trae en 48 dólares por barril.

En fin, año o Annus Horribilis, que viviremos a plenitud y por los cuatro puntos cardinales tanto por el lado de los ingresos públicos como privados, no se diga el gasto en general.

Así que hay que cuidar nuestros bolsillos, ya que no está el horno para bollos ni la novia para tafetanes.

He dixi

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