A lo largo de los años, distintas comunidades en Estados Unidos han adoptado el carácter de “ciudades santuario”, un término sin definición oficial pero que hace referencia a jurisdicciones —ciudades, condados o estados— que limitan su participación con las autoridades federales en la aplicación de leyes migratorias.
Estas jurisdicciones no impiden la acción del gobierno federal, pero sí establecen medidas como:
No preguntar por el estatus migratorio al detener a una persona
No retener a migrantes solo por solicitud del ICE, salvo orden judicial
Priorizar recursos locales para seguridad pública, no para labores migratorias.
El concepto de santuario surgió en la década de 1980, cuando iglesias y comunidades ofrecieron refugio a migrantes centroamericanos que huían de conflictos armados en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. San Francisco fue la primera gran ciudad en formalizar esta política en 1989.
Las razones detrás de estas políticas incluyen motivaciones humanitarias, sociales, políticas y legales: buscan proteger los derechos de las personas migrantes, fomentar la confianza entre comunidades y autoridades locales, responder a políticas migratorias percibidas como agresivas y afirmar la autonomía local frente al gobierno federal.
Entre las principales ciudades santuario de Estados Unidos se encuentran:
San Francisco y Los Ángeles, California
Nueva York, Nueva York
Chicago, Illinois
Seattle, Washington
Denver, Colorado
Boston, Massachusetts
Philadelphia, Pensilvania
Austin, Texas
Cada una de estas jurisdicciones adopta políticas específicas, adaptadas a sus contextos locales, pero con un objetivo común: ofrecer cierto grado de protección y dignidad a las comunidades migrantes.