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“No voy a renunciar, no soy tan cobarde”: Yolanda Castañeda alcaldesa de Átil pese a crimen organizado

por Oralia Acosta

Redacción Oralia Acosta G., a partir de la entrevista realizada por Sergio Valle

Sin servicios de salud, sin médico ni enfermera, sin comisario ni un solo policía municipal y con escuelas cerradas por el clima de inseguridad, sobreviven desde hace un mes y medio los habitantes de Átil, donde cada vez hay menos víveres en las tiendas y no pueden almacenar ni transportar gasolina o diésel, porque el crimen organizado no lo permite ni a los funcionarios del ayuntamiento, menos a las familias.

Así lo confirmó la alcaldesa Yolanda Castañeda Quezada, en entrevista para Radiorama Sonora, en la que narra la situación de terror, desolación y abandono que se vive en esa zona del estado y que intentan normalizar sus habitantes para seguir viviendo en sus hogares, alrededor de los cuales, en los últimos meses ha arreciado la presencia de grupos disputando la región y donde el Estado mexicano tiene abandonados a los ciudadanos.

El problema está en las brechas, en la zona “urbana” del pueblo está tranquilo, dice la presidenta municipal que fue electa para el periodo 20221-2024 y de quien este lunes se especuló habría renunciado a su cargo por el tema de la inseguridad, pero que, aclara, es mentira.

“No he renunciado, ni voy a renunciar, no soy tan cobarde; cuento los días que me quedan para concluir, pero de ninguna manera voy a renunciar”, contó.

Ello, a pesar de que al igual que todo el que entra y sale de Átil -y, de hecho, de varios municipios de la zona como Tubutama, Oquitoa, Altar- hace poco tiempo la pararon tres veces en tres retenes de grupos armados del crimen organizado que le preguntaron quién era, a qué se dedicaba y a dónde iba. Así, sin más, como a todos, en plena carretera federal. Solo que ella es una alcaldesa que prefirió decir que es maestra, para que la dejaran pasar sin más compromisos.

La presidenta municipal viaja sin escolta, porque no tiene; de protección o respaldo lleva a su esposo, pues en el municipio no hay un solo policía; el único que había era  el comisario, a quien le exigió presentar el examen de control y confianza (C3) pero no lo tenía acreditado y quizás esa haya sido la causa de su renuncia hace mes y medio, aproximadamente, tiempo en el que también han estado sin servicios de salud, sin médico, sin enfermera y sin maestros.

Hace casi seis semanas no hay clases presenciales, porque las maestras -todas son mujeres- prefirieron retirarse y no estar viajando y exponiéndose en los trayectos.

Las tiendas están quedándose sin víveres y las familias y el propio Ayuntamiento hace tiempo no puede transportar ni almacenar diésel o gasolina, porque el crimen organizado los amenaza, los tiene bajo advertencia de que no carguen sino el combustible que le quepa al tanque del carro.

Lo peor, señala, es que no es solo Átil, son varios municipios que viven  en la misma zozobra: Oquitoa, Tubutama, Sáric, Altar.

La alcaldesa pide al gobernador del estado Alfonso Durazo y a la Federación voltear a ver a Átil, un municipio donde aún viven 600 habitantes, pero que esta Navidad y Año Nuevo no van a pasarlo en casa, por temor a que se desate el infierno en cualquier momento. Por lo pronto, el Ayuntamiento decidió cancelar el tradicional baile de Año Nuevo, las posadas de noche  y varias festividades.

“Yo le dijera -al gobernador- que voltee un poco más a los municipios pequeños, somos sonorenses y tenemos situaciones y muchas cosas que quisiéramos nos ayudaran a solucionar. Ya vivimos esto mismo en 2011”, finalizó.

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