El cambio climático y el fenómeno de El Niño, están causando en conjunto serios estragos en los países de América Latina, pero varios indicadores señalan a México como el país más afectado de la región.
Ambos fenómenos naturales han dado lugar a sequías, olas de calor, incendios forestales, precipitaciones extremas en algunas regiones y un huracán sin precedentes que impactaron la salud, la seguridad alimentaria y energética, y el desarrollo económico de Latinoamérica.
En su informe sobre el estado del clima en América Latina, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que el 2023 fue el año más caliente desde que se llevan registros y alertó de la aceleración del derretimiento de los glaciares, así como del rápido aumento del nivel del mar.
Precisa que entre los eventos más devastadores, estuvo el huracán Otis, de categoría 5, que azotó la ciudad de Acapulco, provocando decenas de víctimas, miles de millones de dólares en daños y gran desgracia en la zona.
De acuerdo con el informe, la temperatura media de 2023 estuvo 0.82 grados centígrados por encima de la media del periodo 1991-2020.
Precisamente, México fue el país con el ritmo de calentamiento más rápido de la región: 0.3 grados por década, entre 1991 y 2023. De hecho, en agosto, nuestro país alcanzó un registro récord de 51.4°C en el norte de su territorio.
Con respecto a las lluvias, detalla que la transición de La Niña a El Niño en 2023 provocó un gran cambio en la distribución de las precipitaciones y muchas zonas pasaron de sufrir sequías o crecidas causadas por el episodio de La Niña, ahora padecen los efectos de fenómenos opuestos.
Por otra parte, se registra una sequía intensa, agravada por olas de calor, la cual ha afectado sobre todo a gran parte de América Central y México, que para fin de año había sufrido sequía en algún grado en el 76% de su territorio.
El estudio subraya el bajo nivel del agua en el Canal de Panamá, que limitó el tráfico en uno de los corredores marítimos más importantes del continente.
La OMM indicó que los desastres y el cambio climático dañaron la agricultura y la seguridad alimentaria en la región, arrastrando a 13.8 millones de personas a una situación de crisis alimentaria aguda, especialmente en Centroamérica y el Caribe, que además vieron reducida la pesca debido al aumento de la temperatura del mar.
Por otra parte, en cuanto a la salud, la agencia de la ONU advierte que la exposición a las olas de calor, el humo de los incendios forestales, el polvo de arena y la contaminación atmosférica, causan problemas cardiovasculares y respiratorios mientras la desnutrición va al alza.
Lo más alarmante es que este 2024 pinta para ser todavía más caluroso y seco en México que el 2023 y a eso, habrá que sumar los apagones que se registrarán este verano a causa de la producción insuficiente de energía en nuestro país, por la terquedad del Gobierno de la 4T de cerrarle la puerta a la inversión privada y a las energías limpias en el sector.
Aún no es verano y ya se han presentado varios estados de emergencia en el Sistema Eléctrico Mexicano. Eso hace prever que en junio, julio y agosto podrían realizarse más apagones, a fin de evitar una falla mayor en la red eléctrica, a causa de una sobredemanda de energía.
El problema es que los apagones pueden provocar muertes por calor en las zonas más extremas de nuestro país, fallas en los sistemas de extracción y distribución de agua, y con ello afectar la productividad de las empresas, la salud de la población e incluso dañar el almacenamiento de comida y medicinas que dependan del resguardo en cuartos fríos.
Sin duda luce muy preocupante el futuro inmediato de nuestro país. Bajo este contexto ¿Valdrá la pena darle continuidad a la misma política energética y ambiental que hoy se aplica en México? Las y los ciudadanos lo decidirán en junio próximo.
Twitter: @gomezreyna